martes, 8 de septiembre de 2009

Los factores que desarrollan nuestro tipo de vida

ARRIBA: Los ciclos de actividad solar
La temperatura media atmosférica de la Tierra depende, en buena medida, de la cantidad de radiación que llega a la Tierra. Esta cantidad de radiación depende de las manchas solares. Las manchas solares son zonas oscuras sobre la superficie del Sol, cuyos tamaños pueden superar varias veces al de la Tierra. Se trata de zonas relativamente más frías.
En 1908 George Ellery Hale demostró que las manchas solares se hallan asociadas a fuertes campos magnéticos. Las manchas solares aparecen en parejas que poseen polaridad opuesta, una norte y otra sur, como si fueran los polos de un gigantesco imán.
AQUI: Los factores terrestres
Las variaciones climáticas están determinadas, también, por fluctuaciones de la concentración en el aire de gases responsables del efecto invernadero, la actividad volcánica, los cambios en las corrientes oceánicas, las inversiones magnéticas y en la tectónica de placas.
Estos cambios de los climas produjeron modificaciones en las poblaciones animales y vegetales, a través de la extinción, adaptación y migración de especies.
Las erupciones volcánicas lanzan a la atmósfera grandes cantidades de cenizas que permanecen en suspensión durante años, reduciendo el brillo del Sol y bajando la temperatura media de la atmósfera. Este mecanismo también puede funcionar tras el impacto de un gran meteorito, pero estos episodios son más esporádicos. Para que el polvo volcánico origine una era glacial sería necesario un ciclo volcánico muy violento y sostenido a lo largo de años y en todo el mundo. Las erupciones volcánicas también hacen aumentar las concentraciones de CO2 en la atmósfera. Las inversiones magnéticas se consideran como posible un factor que desencadena una glaciación porque en el proceso de inversión se debilita el campo magnético (y se orienta en dirección este-oeste). La mayor presencia de rayos cósmicos provocan, en la troposfera la formación de nubes, lo que comporta un enfriamiento de la Tierra. Un campo magnético fuerte canaliza las radiaciones hacia los polos, fenómeno observable en las auroras boreales, calentando las capas altas de la atmósfera. Claro que lo normal es suponer que una mayor incidencia de la radiación favorece el calentamiento de la atmósfera. También la disposición de los continentes, y la tectónica de placas, tiene influencia en el clima global. Si las tierras emergidas se concentran en las latitudes bajas el clima tiende a ser más cálido, ya que los mares (en las latitudes altas) conservan mejor el calor dificultando la aparición de hielo permanente; mientras que cuando los continentes se concentran en las latitudes altas las temperaturas bajan, ya que las aguas cálidas tropicales no dulcifican el clima polar y aparecen los grandes inlandsis. Además, cuando chocan los continentes aumenta la actividad volcánica.
La expansión de los bosques también tiende a enfriar el clima de la Tierra, ya que las plantas ya que aumenta la nubosidad, y por lo tanto e reduce el brillo del sol, pero lo fundamental es que fijan el carbono.
ABAJO: El ciclo del carbono
Las prospecciones en la estación antártica de Vostok demuestran que el aumento de la proporción en la atmósfera del CO2 y el aumento de la temperatura coincide en el tiempo. También las concentraciones de metano son menores durante los períodos fríos. La concentración de CO2 en la atmósfera disminuye gracias al océano, ya que los seres vivos de superficie fijan el carbono para formar sus esqueletos. Al morir son arrastrados, con el carbono, hacia el fondo del océano. En aguas poco profundas forman calizas y dolomías, con lo que entran a formar parte de la corteza terrestre. La disolución de las calizas y la respiración de los seres vivos devuelve el carbono a la atmósfera. Sin el CO2 no sería posible la fotosíntesis y por lo tanto la vida como la conocemos. La velocidad con que el océano es capaz de fijar carbono depende de la cantidad de nutrientes. Al comenzar el deshielo se inundan las plataformas continentales y se pierde el carbono orgánico de ellas, reduciéndose la capacidad de fijar carbono y aumentando su concentración en la atmósfera.
No obstante, se considera que tanto los ciclos de actividad solar, como los factores terrestres pueden ser responsables de las variaciones intermedias del clima, no de las grandes glaciaciones.

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